domingo, 1 de agosto de 2010

Karma

Mi karma había vuelto a estabilizarse... tengo trabajo, un jefe que es un sol (no hablemos de los que están por encima de él), buen tiempo en Berlín, mi coche funciona de nuevo...

Aún así estoy trabajando como una cabrona. De 8:30 de la mañana a "open end" y cuando digo open end es las 11, 12, 1 de la noche y de la mañana respectivamente...

No pasa nada, nuevo trabajo, hay que demostrar lo que uno vale y ya me han visto sin maquillaje y con mi peor cara...

Y el otro día voy y salgo a las 7 de la tarde de trabajar, guauuuuuuu!!!!!! Y pienso, venga vamos a hacer algo super interesante: ir a la compra con Jon. De camino al super por nuestra calle hay un bar "Salon" con cortinillas de visillo que han visto mejores épocas, figuritas de porcelana en la ventana y un cartel de no entrar (ya, no se entiende, ¿no se supone que es un bar?). Suelen tener a un chucho enano que ladra en la puerta, normalmente atado a una silla que dejan ahí en plan decoración.

Pues el otro día estaba suelto y cuando salgo de casa, sale disparado ladrando, me pega un ñasco en el tobillo y se vuelve con sus dueños (pareja de clase muy chunga alemana, cuyo cuerpo no ha visto la ducha desde hace siglos, si es que la conocen y deben desconocer el uso de la lavadora).

Jon les dice, "oye que el perro acaba de morder a mi novia, por suerte no le ha pillado el tobillo, solo es un rasguño pero le ha hecho un boquete en el pantalón".

Y responde la tipa (lo siento, pero no tiene ni categoría de señora): "Na und?" Que viene a ser un "Y a mí que me cuentas".

Y dice Jon "pues que podría haber pasado algo, imagina que hubiera sido un niño y que, aunque no sea tan importante, el pantalón era nuevo y ahora no tiene arreglo" (cierto era, pantalón nuevo de lino más clavada del costurero alemán para cogerle el bajo y dejarlo a la altura liliputiense que necesito).

Y va y responde la hija de... "ha! das sieht man doch" - ya, ya se ve que es nuevo (evidentemente arrugado después de un día entero sentada en una oficina).

La cosa se empezó a caldear y nos cerraron la puerta del salón en las narices. Yo me quedé de piedra pensando: "Joder, que esto no pasa en Alemania". Y le digo a Jon "debería llamar a la policía". "Pues llama" me dice él. "Porfa llama tú que tengo tanto cabreo que no me sale ni el alemán".

Yo pensé que se iban a reír de nosotros, pero no. Llegaron, se metieron en el bar, el chucho siguió ladrando y sin atar y dice el dueño: "es que se pone nervioso por la cantidad de turcos de mierda que hay aquí". Olé. Ahí queda eso.

Total, que le obligaron a pedirme disculpas y a darme 10EUR para el sastre y allí que nos fuimos a hacer la compra con 10EUR más...