martes, 30 de octubre de 2007

Las miguitas de pan...

Lo que yo no sabía al llegar a Berlín es que la oficina se encontraba en el mismo edificio que la embajada. Por lo que, cuando fui a la oficina por primera vez, me encontré dando vueltas y más vueltas a la verja de hierro. Hasta que reuní el coraje para llamar por uno de esos telefonillos en los que sabes que te están mirando pero tú no ves nada. Cómo los odio. No sabes si poner la sonrisa de niña buena o cara de formal para que no crean que estás tomándoles el pelo. Y después de un "Du bist die Neue" (Vamos, un "eres la nueva" de toda la vida) que me sonó un poco a cachondeo, me dejaron entrar y descubrí que, voilà, la embajada y la oficina comercial están en el mismo sitio.

A otra cosa mariposa. Como ya os dije tardo 10 minutos en bici al trabajo, pero lo mejor es que la mitad del camino es a través del Tiergarten: el Retiro berlinés para que nos entendamos. ¿Os gusta el caminito a lo Hansel y Gretel que os he hecho? Se llama Grosser Weg (camino grande) y es el camino por el que voy todos los días. Ahora está cubierto de hojas de colores ocres, ¡qué chulo que es el otoño! Esta mañana uno de los lagos tenía un mantel de hojas.Ya se le quitará todo el romanticismo al asunto cuando salga de trabajar, sea de noche (no está alumbrado) y haya nevado. Veréis la bofetada romática que me voy a dar ;-)


domingo, 28 de octubre de 2007

¿Dónde está mi bici?

Aquí tenéis el motivo por el que mejor no comprarse una buena bici y dejarla aparcada en Berlín...

Es por ello que mi bici es una chatarra andante. Tampoco se puede pedir mucho por 20€ en el Flohmarkt. Eso sí, tengo una bici rosa, quién lo diría, yo con una bici rosita, como la BH que tenía de pequeña.

Pero sobre todo me permite llegar a la oficina en 10 minutos: todo un lujo. Adiós a esa hora y cuarto para ir a Ópera o esa media hora para el CECO. ¡Se acabó!

Willkommen, bienvenue, welcome...

Llegar a Berlín y tener una casa sin muebles resultó ser más complicado de lo que pensé en un principio. Entre otras cosas porque mis queridos alemanes no aceptan la tarjeta Visa en ningún lado (y como supondréis, eso incluye IKEA).

Así que tuve que decidirme entre pagar una comisión de la leche al banco por sacar dinero o esperar a tener cuenta alemana y sacar dinero de ahí. Me decanté por lo último y, como no, cuando la transferencia no llegaba y yo seguía sin muebles (ergo sin casa), me arrepentí.

No lo consigo entender. Y la puñetera EC-Karte (tarjeta de débito), que es como una tarjeta VIP: sin ella no vas a ningún lado. Ni Visa Electron, ni Master Card, ni leches... Como véis ya he convencido a unos cuantos para manifestarse bajo el lema: "Yo también quiero pagar con Visa en IKEA" ;-)