Pensé que el siguiente post iba a ser sobre la Berlinale y el cocktail al que estábamos invitados, pero debido a un cambio repentino de planes, el viernes tuve un día digamos "curioso" y os lo tengo que contar.
Encontrábame yo el jueves por la tarde en un museo cuando "piticlín, piticlín": el móvil. Lo cojo y adivina adivinanza... el jefe. Hasta ahí bien, teniendo en cuenta que mi jefe es un sol, pero de repente la sargento encargada de salvaguardar las obras de arte de la sala 16 del tercer piso de la Altes Nationalgalerie, se me acerca a decirme un amable "Hier dürfen Sie nicht telefonieren" (aquí está prohibido hablar por teléfono) así que, rauda y veloz, intento salir al vestíbulo pero, no se cómo, me voy adentrando más y más en el museo, de sala en sala, de sargento en sargento y mientras tanto mi jefe seguía hablándome y yo sin enterarme de nada.
Ya en el vestíbulo me enteré de qué se trataba el asunto. Acompañar a un grupo de empresarios y hacerles de intérprete durante la Fruit Logistica (una de las ferias más grandes de frutas y verduras). Hasta ahí bien, ¿no?, se supone que soy intérprete y por fin una feria que no sean máquinas y más máquinas... Y es que esta feria también tiene un poco de obra de arte y, para muestra, un botón.
Pero yo iba a otra cosa... más "terrenal". Iba a hacer de intérprete de un grupo de productores de cebollas de Albacete... Sí, fui la chica de las cebollas por un día. Todo glamour vamos, yo que me esperaba un fantástico fresón de Huelva, o unas naranjas de Valencia... no, cebollas de Albacete. No se cómo será lo de torear a una vaquilla, pero yo me sentí torera - sin capote, eso sí - pero con catálogo en mano y con mis Miuras.
Parada técnica para recuperar fuerzas en el molino de ajos... donde unos paisanos nos dieron cerveza Kölsch con jamón, queso y panchitos... una muestra de lo bien que combinan las culturas hispano-alemanas. Después de una hora de jiji, jaja, juju y entre medias "pero qué mal que va el mercado de la cebolla este año" (para los que no lo sabíais), vino el ¿y dónde vamos a comer? Problema solucionado con la Bratwurst y las Kartoffeln de turno...
La verdad es que fue una verdadera delicia y me acordé mucho de mis compis repartidos por el mundo. Como siempre los japoneses logrando lo imposible... manzanas alteradas genéticamente para que sean enormes (y con una apariencia perfecta) y a las que se les había pegado un dibujo para que no cogiera color por los rayos de sol y al recolectarla tuviera un bonito dibujo...
También fue una verdadera tortura, ¡qué tomates!, ¡fresas!, ¡granadas!, ¡aguacates marrón oscuro y no verde fosforito! y es que digan lo que digan, la cesta de la compra en Alemania es barata, pero tengo un aguacate envuelto en papel de periódico esperando desde hace tres semanas a ver si deja de ser piedra y pasa a ser fruto, y ¡nada, oiga!