miércoles, 27 de febrero de 2008

Endlich: la Berlinale

Una pena...



Se que esperáis glamour, estrellas de Holywood, europeas, conversaciones con gente de la farándula... me temo que os voy a defraudar.


Ni siquiera pude preguntarle a Noriega, que presentaba "Transsiberian", porqué utilizó un doble para el anuncio de Schweppes ;-)


La Berlinale vino y se fué...




Madonna, alias "Hoy, solo soy directora", se fué de juerga a un bar al que hemos ido alguna vez (cutrillo, pero supongo que el underground de Berlín vende); Noriega se metió en un restaurante/sótano con la esperanza de no ser reconocido y con tan mala suerte de encontrarse a un grupo de agricultores de la Fruit Ligistica (sí, como los míos); de Penélope no os puedo contar nada de nada -salvo que estaba en todos los carteles de la ciudad y que dicen que su película "Elegy" es más bien flojucha, una pena porque Coixet me gusta mucho-.


Vamos una decepción. Al final, nuestra presencia se limitó a asistir al cocktail ICEX, coongelarnos en la puerta durante nuestro turno de "Excuse me Sir/Madam, but this is a private party" y tomarnos un par de copichuelas con la gente de la oficina (lo mejor de la noche). Noriega y Pe, nada de nada, más bien Enrique de Pozo y mucha gente/jetas sin invitación, pero "para dentro, que el ICEX paga".


Y aquí tenéis a las becarias Berlín en una foto en la que más parecemos los hermanos Dalton ;-)


LOS GANADORES

Oso de Oro: Tropa de Elite, de Jose Padilha
Premio Especial del Jurado: Standard Operating Procedure, de Errol Morris
Oso de Plata al mejor director: Paul Thomas Anderson, por There Will Be Blood
Oso de Plata al mejor Actor: Reza Najie, por Avaze Gonjeshk-ha ('Song Of Sparrows')
Oso de Plata a la mejor Actriz: Sally Hawkins, por Happy-Go-Lucky
Oso de Plata al mejor guión: Zuo You ('In Love We Trust'), de Wang Xiao Shuai

lunes, 25 de febrero de 2008

La princesa Kokachin

Hacía tiempo que quería averiguar si la princesa Kokachin existió en realidad o simplemente es un apodo que se inventaron mis padres. Hubiera sido mucho más simple preguntar en casa, pero con eso de que siempre me acuerdo cuando ya no estoy con ellos, pues decidir acudir a mi salvadora: Santa Wikipedia. Es cierto que en lo que va de beca, ya tengo a dos nuevas santas (véase, Santa Nómina y Santa Wikipedia), pero no me podréis discutir que ambas nos hacen la vida mucho más fácil. Y es que si llega una consulta de las mías, preguntando por las oportunidades de mercado de la fotogrametría, lo primero que hago es echar un ojo a la Wiki y, después de saber de qué narices estamos hablando, empezar a trabajar.

De vuelta al tema original, la princesa Kokachin, también conocida como Kököchin, Kökechin o Cocacin es una princesa de la tribu mongola Bayaut de la dinastía Luang china que vivió en el siglo XIII.

En 1291 el quinto y último Khan del Imperio Mongol, Kublai (también el fundador de la dinastía Yuan), prometió a su hija la princesa Kokachin en matrimonio con su sobrino-nieto Arghun Khan de Persia. Éste, tras la muerte en 1286 de Bolgana, su esposa favorita, solicitó a su tío-abuelo que le mandara a la princesa Kokachin (dama azul o celestial), ya que la pérdida de su amada solo podía ser compensada con una princesa de la misma casta que difunta esposa.

El problema que se planteaba era que, en plena guerra civil, el viaje de Peking a Tabriz era, no solo interminable, sino también casi suicida. Es por ello que se optó por la travesía en barco. ¿Y quién fue el encargado de llevar a Kokachin a buen puerto y, por ende, a los brazos de su futuro esposo? El mismísimo Marco Polo.

Dos años de travesía, un viaje interminable y complicado partiendo de Peking vía Sumatra, Sri Lanka, India para alcanzar el destino final, Persia. Para cuando llegaron a Persia, se enteraron de que Arghun Khan había fallecido antes incluso de que partieran. La princesa pasó a ser la prometida del hijo de Arghun, Ghazan que, según cuentan las crónicas, así como el padre era uno de los hombres más guapos de la época, el hijo era bastante poco agraciado. No obstante, cuentan las crónicas que también era un maestro en el arte de la guerra y de la política...

Después de todo ese periplo, ya se entiende que no existiera el divorcio, vaya follón si tiene que volver a casa ;-)
Echo de menos al Gran Khan, a la Reina de Saba, a mi Saraolín y a oruguita...

Esta canción me hipnotiza...

free music

lunes, 11 de febrero de 2008

¡Glamour, quién dijo glamour!

Pensé que el siguiente post iba a ser sobre la Berlinale y el cocktail al que estábamos invitados, pero debido a un cambio repentino de planes, el viernes tuve un día digamos "curioso" y os lo tengo que contar.
Encontrábame yo el jueves por la tarde en un museo cuando "piticlín, piticlín": el móvil. Lo cojo y adivina adivinanza... el jefe. Hasta ahí bien, teniendo en cuenta que mi jefe es un sol, pero de repente la sargento encargada de salvaguardar las obras de arte de la sala 16 del tercer piso de la Altes Nationalgalerie, se me acerca a decirme un amable "Hier dürfen Sie nicht telefonieren" (aquí está prohibido hablar por teléfono) así que, rauda y veloz, intento salir al vestíbulo pero, no se cómo, me voy adentrando más y más en el museo, de sala en sala, de sargento en sargento y mientras tanto mi jefe seguía hablándome y yo sin enterarme de nada.
Ya en el vestíbulo me enteré de qué se trataba el asunto. Acompañar a un grupo de empresarios y hacerles de intérprete durante la Fruit Logistica (una de las ferias más grandes de frutas y verduras). Hasta ahí bien, ¿no?, se supone que soy intérprete y por fin una feria que no sean máquinas y más máquinas... Y es que esta feria también tiene un poco de obra de arte y, para muestra, un botón.


Pero yo iba a otra cosa... más "terrenal". Iba a hacer de intérprete de un grupo de productores de cebollas de Albacete... Sí, fui la chica de las cebollas por un día. Todo glamour vamos, yo que me esperaba un fantástico fresón de Huelva, o unas naranjas de Valencia... no, cebollas de Albacete. No se cómo será lo de torear a una vaquilla, pero yo me sentí torera - sin capote, eso sí - pero con catálogo en mano y con mis Miuras.


Parada técnica para recuperar fuerzas en el molino de ajos... donde unos paisanos nos dieron cerveza Kölsch con jamón, queso y panchitos... una muestra de lo bien que combinan las culturas hispano-alemanas. Después de una hora de jiji, jaja, juju y entre medias "pero qué mal que va el mercado de la cebolla este año" (para los que no lo sabíais), vino el ¿y dónde vamos a comer? Problema solucionado con la Bratwurst y las Kartoffeln de turno...

La verdad es que fue una verdadera delicia y me acordé mucho de mis compis repartidos por el mundo. Como siempre los japoneses logrando lo imposible... manzanas alteradas genéticamente para que sean enormes (y con una apariencia perfecta) y a las que se les había pegado un dibujo para que no cogiera color por los rayos de sol y al recolectarla tuviera un bonito dibujo...

También fue una verdadera tortura, ¡qué tomates!, ¡fresas!, ¡granadas!, ¡aguacates marrón oscuro y no verde fosforito! y es que digan lo que digan, la cesta de la compra en Alemania es barata, pero tengo un aguacate envuelto en papel de periódico esperando desde hace tres semanas a ver si deja de ser piedra y pasa a ser fruto, y ¡nada, oiga!