No es la primera vez que las cosas vienen rodadas y me encuentro con un calendario de viajes que nada tendría que envidiar al de Willy Fog en su vuelta al mundo. La única pequeña diferencia es que no suelo hacerlo en 80 días, sino en mucho menos.
En teoría me iba a quedar el mes tranquilita en Madrid. La práctica es que vine, pasada una semana me fuí 5 días de vuelta a Berlín para que Jon no pensara que le había abandonado de verdad y acabé de visita impromptu en Edimburgo donde me esperaba mi hermana y su habitación en el campus de Cenicienta. Y digo Cenicienta, no porque se pase el día limpiando para sus hermanastras que no (bueno, sin contar con el francés con el que comparte cocina) sino porque tiene a los ratoncitos, los conejos, las ardillitas y los pajaritos que adornan la película. Aunque quizás sería mejor símil Bambi...
En teoría me iba a quedar el mes tranquilita en Madrid. La práctica es que vine, pasada una semana me fuí 5 días de vuelta a Berlín para que Jon no pensara que le había abandonado de verdad y acabé de visita impromptu en Edimburgo donde me esperaba mi hermana y su habitación en el campus de Cenicienta. Y digo Cenicienta, no porque se pase el día limpiando para sus hermanastras que no (bueno, sin contar con el francés con el que comparte cocina) sino porque tiene a los ratoncitos, los conejos, las ardillitas y los pajaritos que adornan la película. Aunque quizás sería mejor símil Bambi...
Después de un día y medio en Edimburgo, vuelta a Madrid para coger un avión al día siguiente a Miami. El objetivo, aprovechar el último billete que tengo de Iberia con mi madre y mi hermana y, para qué os voy a engañar, quemar mi tarjeta de crédito. Sí, me ha podido en consumismo, después de un año en el que he viajado mucho pero apenas me he comprado cosas he decidido que, si hay crisis, hay que potenciar el consumo. Ahí estoy yo para apoyar a la economía, vale que no es la española, pero ya sabemos que si a EEUU le va bien el resto vamos detrás.
Y me cegó la fiebre consumista: vaqueros, maquillaje, ropa interior, gafas de sol, zapatos, etc... Una ruina. Hay que ver lo que dan de sí dos días de compras ;-)
Las consecuencias de estos viajes, siempre las mismas: el cuerpo chungo y dopada con aspirinas o antibióticos y la cuenta tiritando pero que me quiten lo bailao...