Ya ha llegado.
Ni otoño, ni leches.
Hemos pasado de 20 grados a 4 en tiempo record.
Los árboles están preciosos, llueven hojas amarillas, secas, rojas, anaranjadas y las hiedras que escalan las fachadas parecen un cuadro impresionista de un atarceder: con todos los tonos cálidos.
Pero eso es lo único cálido. Desde hace días me resisto a sacar guantes y gorro. Así me paseo escondiendo las manos en bolsillos y mangas para no congelarme. Sacarlos es abrir la veda al invierno y saber que hasta mayo / junio nada de nada.
Aún así, al mal tiempo, sauna. Sí, me he apuntado a un ginmasio y después de mi hora y media de rutina machacadora, me tumbo en el último escalón de la sauna y giro la cabeza para ver la Iglesia del Recuerdo de Zoo por la ventana... y me siento un poquito más en paz con este tiempo ;-)
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