lunes, 9 de junio de 2008

Eta Rasía

La entrada del blog de Cris, como todo lo que escribe, es preciosa. No sé cómo consigue que Moscú suene hasta romántica. La mía creo que va a tener algo más de mala leche, pero a cada cual lo suyo ;-)

Desde un principio supe que la visita a mi salvadora en clase de ruso era obligada... ¡qué hubiera sido de mí sin Madamme Sudoku en el examen de ruso! ¡Ay, pobre!, cuando allá por noviembre le auguramos la invasión del puente de mayo.

Por otro lado, necesitaba el viaje a Rusia como el comer... Tanta europeidad me estaba reconcomiendo. Bien es cierto que viajo mucho, pero no salgo de la civilización y tenía la espinita clavada de ver los blogs de aquellos que están por tierras lejanas y exóticas. Y mirando el mapa, lo más exótico que me pillaba a golpe de vacaciones de becario ICEX era Rusia.

Primer destino: el consulado ruso en Berlín. Supongo que uno se siente como se sentían los berlineses en la época del muro en los pasos fronterizos con el famoso "You are leaving the american sector". Pues la entrada en el consulado fué un "You are leaving the civilisation, welcome to Russia". Como Astérix y Obélix en las 12 pruebas buscando el formulario A38. Surrealista, pero mientras nos dieran el visado, chitón. Ahí tuve el primer contacto con Rusia y saqué la que sería mi primera conclusión acerca de los rusos:

Las sonrisas en Rusia no son gratis. Deben costar una fortuna porque escasean mucho. Si eres mujer olvídate, pero si eres hombre (y a ser posible extranjero) tendrás la suerte de robársela a alguna rusa. Y con esto enlazo con mi segunda y tercera conclusión:

Las rusas son muy guapas, muy altas, muy atractivas y con una moral muy reducida, casi tanto como el tamaño de sus faldas. Y no me olvido del complemento imprescindible para cualquier ocasión, los zapatos de tacón. En el caso de la foto, ya sabemos todos que a un parque hay que ir divina de la muerte por si te encuentras a tu príncipe.


La tercera, pero qué machistas que son los rusos. Ahora entiendo la ligereza de ropa de las rusas, es la única manera de que se den cuenta de que estás ahí...

Moscú me dejó descolocada. ¿Qué me esperaba? Pues no se, pero me sorprendió. Es la ciudad autopista. Las calles son de un tamaño colosal, es difícil contar los carriles y encontrar un semáforo con paso de cebra es todo un logro. Hay que buscar los pasos subterráneos y "hacer piernas" escaleras arriba y abajo (yo no podía más que pensar en la combinación = taconazos de las rusas + pasadizos subterráneos = tortura para los pies).

El metro, maravilloso. Las cajeras, unas bordes. La milizia daba un poco de yuyu. Esos quinceañeros tenían una pinta de desenfundar la porra con demasiada facilidad y eso, cuando eres guiri y no hablas ni papa de ruso, es chungo.

El ruso es imposible. Niet. Y tratar con los rusos más. Las situaciones surrealistas se sucedieron a lo largo de viaje. Imposibilidad de sacar un ticket de metro, no nos cogen la mochila en el museo cuando nos han vendido los tickets sin rechistar, entrar al Kremlin con el carnet de madridista como carnet de estudiante, volar en un avión más viejo que maricastaña, subirse en el tren express más destartalado del mundo, pagar por entrar a "un parque", que nuestro taxista reduzca la velocidad para ver bien un accidente de tráfico... no tiene precio.

De San Petersburgo, pues decir que tampoco me pareció tan bonita, pero es cierto que después del tiempazo que nos hizo en Moscú, que allí hiciera frío y viento no moló nada. Eso sí, a pesar de que el grupo había disminuido, disfruté el viaje con mis dos chicos: el que me saca una sonrisa hasta en mis peores días y el que me da abrazos cuando las cucarachas me pueden. Los dos, imprescindibles a estas alturas de aventura ICEX. El momento no podemos entrar al hotel estuvo curioso (en Rusia, los edificios destartalados esconden casas decentes y no saben lo que es una junta de vecinos :-).

La Iglesia de la Sangre Derramada es una preciosidad y el Hermitage es uno de los mejores museos que he visto (dejamos al margen que allí de aparatitos de esos para medir la humedad, nada, ventana abierta que entre "la gracia de Dios").

Gracias a nuestros anfitriones porque, por todos es sabido, que estas invasiones son un estrés. Gracias por la compañía y las risas, ¡ah! y gracias a Gonzalo por las fotos que le he fusilado ;-)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

ayayay...la Rasía de Paco...las dudas de la Mercè...los ejercicios de la fila de delante hasta la fila de atrás...el "¿de quién es el turno? yoooo no lo sé"...el aprender a contar otra vez...el diálogo improvisado...y sobre todo el surrealismo general de todas las clases, de la cafetería llena del subgrupo C, y de las ganas con las que me quedo de conocer lo exótico europeo...Isa,comparte más fotos con nos...

Wtrolks dijo...

Isa!! La entada me ha encantado. Me he emocionado y todo... Ains... ¡Volved a venir, que esto se hace muy solitario por muchas Hijas de Putin que haya! Las cambiaba a todas por estar solo un ratito con mi grupito C...

PD.: Quedó claro que la Romanovskaya (Романовская) era la excepción que confirmaba la regla, ¿no? Es que me la estoy imaginando los taconazos en vez de sus zuecos, bajando por los "pirijots", y ya me estoy cayendo al suelo de la risa...

Rodrigo Fabri dijo...

Grande Isa. Fue un viaje la mar de curioso, la verdad. Te ha quedado mucho mejor que mi entrada que era un poco popurri.

No puedo esperar a que conozcáis mi agujerito...